lunes, 19 de noviembre de 2012

COSMOS, Un Viaje Personal



CÓSMOS Un Viaje Personal





Primero siento que mi deber es impregnar un poco este contenido, o sus sucesivos soportes, con cierto temor y desconfianza manifestada por mí, con respecto a la máquina con la cual trabajo. Cada carácter se traduce en un titilante franjazo de la pantalla, lo cual yo supongo que es normal siempre y cuando no sea visible, de esa manera que a mí me parece un poco más que sensacionalista. Se me ocurre pensar que computadores con una característica similar inundarán en breve los corredores y despachos de los centros noticiosos y reporterales.
Carl Sagan

Por: ALBERTO CASTELLANOS

Bien, entrando en materia, ya tranquilizado un poco por la ilusión despertada en mis sentidos de encontrarme exagerando, provocada por la resuelta facilidad de una tonada que parece checoslovaca (ventajas de la pre-posmodernidad tecnológica supongo), me preparo a plantear lo que la experiencia del laboratorio retrospectivo del señor Sagan, me dejara en el tintero mental con el suficiente encanto didáctico. Para emprender este viaje, juzgo oportuno otro comentario medianamente cargado de conveniencia documental, que me tropiezo la señalar que yo a Cosmos, por Carl Sagan, siempre lo vi en blanco y negro, las últimas veces incluso había que adivinar un poco la imagen, que se disipaba en el espacio cargado de estática o lo que fuera, de la convexa a pantalla en mi octogenario televisor.

También era un programa doblado, muy ajustado a la dignidad audiovisual según recuerdo que pensaba en ese momento. Así que verlo en esa calidad visual que ha sido rescatada, incluso en los Discovery Chanels más contemporáneos, ha repercutido en mis recuerdos de una forma casi sensacional; también un poco irreal, por cierto, y quizá ello lo explique la remasterización y otras cosas de esa naturaleza. La primera vez que me pasó algo similar fue cuando vi Plaza Sésamo en colores. Me encontraba entrado en años para mirar televisión solo por jovi, las responsabilidades me habían atenazado los tobillos y, de pronto, ahí estaban esos muñecos tal vez más bellos que nunca, pero, cómo decirlo, con algo menos de magia.

Lo otro que recuerdo y que es ya un prejuicio académico, producto de tanto trasegar las inmediaciones del mundo intelectual, puede ser explicado como una especie de resistencia metodológica; lo que al lado de la fascinación natural que aún conservo por el programa y su contenido científico altamente especulativo, enriquece, creo, la visión discursiva que mis sentidos tienen con respecto de la propuesta del señor Sagan. Por un lado está la carga ideológica que “se encuentra” permanentemente expuesta a todo lo largo del discurso, por otro, la visualización casi lineal de eso que podríamos considerar la Historia, como disciplina, y por otro, la facilidad discursiva y lógica; el sencillo encanto pretendido y logrado, el desarrollado ensamble argumental en clave visionaria, cuando no visionadora.

También me resultó familiar encontrarme distinguiendo un poco de (y aquí si se me permitiera aventurarme en un exiguo distraimiento, o bastante más allá quizás, este “comentario” se tornaría más distante de lo que cabe esperar), un poco de agnosticismo científico, especialmente consagrado en la frase somos polvo de estrellas, o nosotros somos la forma que el Cosmos ha encontrado de contemplarse a sí mismo. Una bellísima metáfora poética por cierto, que yo suelo y he solido disfrutar en muchos momentos, aunque más como una forma de impresionar y seducir, y tal vez con el placer de oírme hablar en medio de una ceñida concurrencia, que otra cosa de carácter más universal o proactivista.

Aun así, creo que lo mismo que ahora, ya que en su momento fue de una pertinencia ineludible y también, en su momento más que ahora, un producto y un acto de subversión que tal vez, planteado en términos no estrictamente positivistas, cientificistas, aunque sí muy racionales, humanísticos a decir verdad, a través de la legitimación experimental y un poco de meditación filosófica, haya encontrado efectivamente la vigencia inquebrantable de un maravilloso viaje personal. Un pequeño homenaje a una de las iniciativas más provechosas de ese gran pensador, que por cierto, sabía expresarse con sospechosa claridad.





enlace alternativo:






No hay comentarios:

Publicar un comentario